Caporaso: "las fundaciones son la mejor opción" en La Vanguardia

Caporaso: "las fundaciones son la mejor opción" en La Vanguardia

El chollo de la fundación panameña

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Las Fundaciones de Interés Privado es otra opción en auge. Giovanni Caporaso, asesor fiscal ubicado en el Caribe, sostiene en una guía que “son el mejor instrumento de planificación fiscal y protección del capital existente hoy en día”. Y por muchas razones. A diferencia de Liechtenstein, la legislación no exige la nacionalidad panameña para ser miembro de consejo. Tampoco exige una aportación mínima de capital (7.800 Euros) anterior a la constitución de la misma. Los costes de constitución son de 2.200 Euros.

En Panamá el fundador de la misma no está obligado a transferir el título de la propiedad a nombre de un gestor (trustee). Este organismo no tiene socios ni accionistas,  pero puede ser, a su vez dueño de acciones de una o más sociedades y distribuir los dividendos entre los beneficiarios de la fundación. El objetivo de la fundación no tiene que ser lucrativo, pero en la práctica no supone un problema, porque se pueden poner “finalidades educativas, familiares o de asistencia” y se toleran actividades colaterales de tipo comercial. La fundación de interés privado sobrevive a la muerte de su creador, con lo que es un instrumento ideal para planificación patrimonial y testamentaria. Esta fórmula permite, por ejemplo, evitar el pago de los impuestos de sucesión. Como se puede llevar a cabo una efectiva separación de bienes, la fundación panameña en ningún caso será responsable o deberá responder de las obligaciones personales del fundador o de sus beneficiarios y viceversa. Por ejemplo, no se podrán confiscar ni secuestrar en vía judicial dichos bienes en caso de litigios personales que involucren a su titular.

“Hay secreto absoluto. Todo el patrimonio y los bienes aportados pertenecen a la fundación y todos los empleados, tanto públicos como privados que conozcan la actividad de este organismo deben mantener la confidencialidad”, recuerda Caporaso. Quién rompe esta regla está sujeto a una sanción de seis meses de cárcel y una multa de 43.000 Euros, además de los daños civiles que puedan surgir. Los beneficiarios no aparecen en e lacto de fundación, si no en un documento separado y secreto, denominado Reglamento que no se inscribe en el registro público de Panamá. Tampoco se pide presentar una relación sobre la actividad financiera a las autoridades. Si los bienes del patrimonio están ubicados fuera de Panamá, hay una exención total de impuestos sobre rentas del exterior.

Los nuevos (y no tan nuevos) lugares paradisíacos

Aunque sorprenda, incluso la fiable Alemania tiene un agujero: no se pueden secuestrar bienes de procedencia ilícita si el testaferro no está investigado por el mismo delito o sino tiene antecedentes penales. El Tax JusticeNetwork acusa a determinadas estructuras corporativas como las empresas Treuhand (o de fideicomiso). “Estas firmas hacen difícil saber quién es el propietario de dinero enviado al exterior”, explican. En su libro Alemania, paraíso fiscal, el investigador Markus Meinzer calculó que, tan solo en 2013, los fondos que eludieron el pago de impuestos por medio de estructuras como las Treuhand superaron los 2 billones de Euros.
A su vez, los emergentes siguen ofreciendo muchas opciones. Gambia está llegando a un acuerdo con firmas multimillonarias de Hong Kong para montar una gran estructura offshore en el país. En el Cáucaso en la actualidad también hay muchas opciones, en particular, el anonimato que garantizan varios países durante una década. En Asia, aparte Macao, destaca Hong Kong. Todavía no ha firmado convenios internacionales sobre intercambio de información y además permite el instrumento de las acciones al portador, que certifican la propiedad con tan sólo la posesión física del título. En cuanto a Singapur, su papel ha crecido en los últimos años. El país ofrece un impuesto bajísimo sobre la facturación que se haya producido en el territorio, incluso de forma transitoria. El FMI estima que más del 95% de todos los bancos comerciales en Singapur son filiales de bancos extranjeros. Anguila Británica, territorio independiente en el Caribe, no recauda ninguna clase de impuestos o comisiones a individuos y corporaciones, sino que cobra un impuesto interno de estabilización de importe mínimo.

En Oriente Medio, Líbano, defiende con uñas y dientes el secreto bancario. Fiscalmente Bahrein no tiene ni siquiera impuesto sobre las personas físicas y ofrece muchas opciones para la constitución de sociedades fiduciarias. El Reino Unido tampoco está a salvo, si se considera la galaxia de islas relacionadas con su jurisdicción. En particular, no ha impulsado la constitución de registros públicos en los que figure la identidad real del beneficiario de sociedades pantalla. Las islas de Man o de Jersey son los lugares preferidos por la City de Londres para llevar los beneficios fiscales de sus bonos corporativos. Las islas Caimán tutelan la privacidad hasta lo inverosímil: hay pena de cárcel para aquellas personas que revelen información confidencial. Su territorio es pequeño, pero cuenta con más de 11.000 fondos de inversión, 200 bancos y más de 140 compañías fiduciarias. Los servicios financieros representan más de la mitad del PIB del país.

Las sociedades creadas por el bufete panameño Mossack Fonseca

De acuerdo con el experto Alex Madariaga, “una sociedad panameña con cuenta en Suiza puede cumplir la ley caribeña. Además, allí apenas le hacen preguntas”. El gestor ginebrino dice donde reside la trampa. “Un banco siempre conoce la identidad del beneficiario, aunque sea un banco suizo o Andorra. El problema es que si no hay indicios de relevancia penal, difícilmente sabremos algo, más allá de que la cuenta está a nombre de una sociedad panameña y punto”. “Si alguien pregunta a un banco de Suiza o Luxemburgo quién es el verdadero beneficiario de una sociedad pantalla, te contestan que no lo saben”, confirma Madariaga.

Hay datos reveladores que explican esta contradicción. Suiza ha registrado progresos, según los criterios de laOCDE y fuentes consultadas aseguran que ahora el secreto bancario queda diluido. Pero los cálculos del profesor de economía Gabriel Zucman de la Universidad de Berkeley (California) indican que los bancos suizos custodian todavía 1,7 billones de euros de clientes extranjeros. Más de la mitad procedentes de países europeos. El académico Juan Hernández Vigueras lleva décadas denunciando estas prácticas (su último libro es Los fondos buitres).

Su tesis es que más allá de los acuerdos que suscriben los países, los bancos siguen operando de forma poco transparente para no perder clientes. Aquí y allá. “Son ellos los que manejan los hilos. Al ocultar su actividad a través de filiales, estas entidades eluden el control de las autoridades de supervisión. Esto constituye la verdadera opacidad. Muchas de las iniciativas internacionales que se han lanzado son una cortina de humo. Porque el tema de fondo es que no existe ni una definición sobre lo que es un paraíso fiscal. Para España, por ejemplo, Panamá no lo era”.

La OCDE tiene como objetivo alcanzar el intercambio automático de información fiscal, que se produciría con frecuencia anual, para el 2018. Pero pocos creen que lo vaya a lograr. Cobham añade que la clasificación que hace la organización de los países no es fiable. El caso más llamativo es EE.UU. “Es a todos los efectos el mayor paraíso fiscal del mundo”, decía a Bloomberg Andrew Penney, director general de Rotschild&Co. Delaware, Nevada o Dakota del Sur son los estados norteamericanos que ofrecen más ventajas para abrir sociedades, tanto en discreción como en tasación.

Desde TridentTrust, que tiene sede en Dakota, confiesan que están sorprendidos al ver “cuántos de los que vienen aquí son clientes de bancos suizos que quieren sacar dinero de aquel país”. En efecto, la postura de EE.UU. es ambigua. En el 2010, el Congreso aprobó la ley conocida como Fatca, que persigue a ciudadanos americanos que hayan ocultado dinero en el exterior. Pudimos ver unas pruebas de su eficacia en las investigaciones llevadas a cabo recientemente por el Departamento de Justicia en Suiza o Andorra. Sin embargo, no hay reciprocidad.

El Fatca no obliga a los bancos de EE.UU. a proporcionar información sobre extranjeros que tienen cuentas en el país. EE.UU. rehúye el intercambio automático de información y lo confía todo en los acuerdos bilaterales, que son muy blandos. “Incluso bancos como JP Morgan tienen su sede en Delaware”, recuerda Vigueras. “Al final la existencia de estos paraísos agrava el endeudamiento de los Estados. Y así se socava la esencia misma de la democracia” Los lugares exóticos y las islas del Pacífico han desplazado a las sedes de antaño en Europa. No hace falta abrir una cuenta en un país remoto: basta con montar una sociedad pantalla. Los bancos siempre conocen la identidad del titular pero se esconden detrás de las siglas de las empresas. Los EE.UU. albergan jurisdicciones atractivas y se niegan a dar información a terceros. No hay consenso sobre la definición de paraíso fiscal y esto debilita los acuerdos internacionales.