El futuro de los bancos offshore y, en general, de todo el negocio bancario afronta enormes desafíos. Durante dos décadas, los bancos fueron capaces de adoptar las nuevas tecnologías para modernizar su sistema de funcionamiento; sin embargo, esto no transformó su actividad principal: captar más recursos financieros, resguardarlos y prestarlos, a cambio de intereses. Las presiones de los gobiernos para acabar con el secreto bancario y la irrupción de las criptomonedas son dos elementos que han obligado a los bancos a repensar si su tradicional modelo de negocio tiene futuro.
El futuro de la banca
La pandemia de la Covid-19 ha transformado todos los sectores económicos. Su impacto también se ha visto reflejado en el negocio bancario que ha priorizado sus canales digitales.
Durante la pandemia, el uso del dinero en efectivo, a nivel global, ha descendido un 6% y, en Europa, los porcentajes de caída rondan entre el 30% y 40%. Por tanto, los bancos afrontan un escenario en el que todo es cada vez más digital. Para 2030, en España está previsto que se realicen 29.800 millones de transacciones, valoradas en 623.600 millones de euros. Aquellos bancos que no hayan digitalizado todos sus procesos tendrán que cerrar.
El auge de las fintech es un desafío para la banca. Los bancos minoristas tradicionales que ofrecían productos bancarios encuentran que sus clientes prefieren irse ahora por otras alternativas gratuitas y, por tanto, sus ingresos procedentes de esos paquetes siguen descendiendo.
Los expertos consideran que, en este 2021, se producirá una fuerte competencia entre los neobancos y los bancos tradicionales por obtener más clientes. Los neobancos tratarán de ganar terreno en mercados como Hong Kong y Singapur. En realidad, viviremos una convergencia, entre lo “antiguo” y lo nuevo”, en el modelo de negocio bancario.
Banca offshore y onshore
En un contexto donde supuestamente se exige más transparencia en las finanzas ¿cuál será el futuro de los bancos offshore?
A pesar de las campañas mediáticas en su contra, la banca offshore continúa siendo una herramienta importante y muy utilizada por las personas para proteger su patrimonio, diversificar sus activos y reducir sus obligaciones fiscales.
La banca offshore ha continuado actualizándose y, a día de hoy, sus servicios de banca online facilitan que puedas transferir dinero, consultar saldo de tu cuenta bancaria offshore y pagar facturas.
Una de las principales ventajas de la banca offshore es la que más ha sido atacada en los últimos tiempos: la privacidad de la información de sus clientes. Los bancos offshore han recurrido a nuevos métodos y tácticas para mantener la mejor custodia posible de los datos de sus clientes.
Esto no significa que no cumplan con las políticas de divulgación, por ejemplo, con la ley FATCA de Estados Unidos, sino que han encontrado vías para limitar la información disponible al público. Además, también han limitado la información que deben compartir los nuevos clientes cuando abren una cuenta bancaria.
Banca y criptomonedas
Las criptomonedas representan una oportunidad y, al mismo tiempo, una gran amenaza para la banca tradicional.
Varias de las características de las criptomonedas resultan atractivas para la banca offshore. Por ejemplo, el hecho de que puedan transmitirse criptomonedas y monedas fiduciarias mediante la blockchain, sin pasar por los sistemas de Swift y Fedwire. Además, también es muy importante realizar transacciones sin la vigilancia y los costos por cumplimiento que coloca el banco correspondiente.
El modelo descentralizado de las criptodivisas ha preocupado tanto a los gobiernos que, de inmediato, han trabajado en una posible solución para contrarrestarlas y mantener el control sobre la política monetaria.
El camino que ya ha adoptado China y que estudian desde Estados Unidos, pasando por Gran Bretaña hasta la Unión Europea es crear su propia moneda digital. Esta criptomoneda estatal aprovecharía las ventajas de las criptodivisas tradicionales, es decir, correría sobre una blockchain, las transferencias serían auditables, con menor riesgo de estafas, más rápidas y con menores costos.
Esto sería una enorme revolución. Hasta ahora, los bancos centrales estaban encargados de regir las políticas monetarias en cada país. Pero la banca tradicional era la que se encargaba de interactuar con las empresas, ciudadanos, fundaciones, organizaciones no gubernamentales y hasta con las propias entidades gubernamentales.
El problema de esta solución es que transformaría por completo el negocio bancario, porque serían los bancos centrales de cada país los que harían la intermediación financiera con los clientes, no la banca tradicional. Por tanto, los bancos centrales se convertirían en el canal directo de captación y préstamo de los ciudadanos y los otros actores económicos.
China es el país que más ha avanzado con su criptomoneda estatal: el yuan digital. La Unión Europea aspira a tener su euro digital para 2025 y la Reserva Federal estudia la viabilidad de un dólar digital. En Gran Bretaña pretenden crear su “britcoin”, una moneda digital lanzada por el Banco de Inglaterra que conviviría con los depósitos bancarios y el dinero en papel, como sucede con el yuan digital.
Para los bancos centrales esto sería un gran negocio. En primer lugar, desplazaría a la banca comercial en su rol de captadora de recursos y prestamista. No obstante, la banca tradicional no se quedará de brazos cruzados. A día de hoy guarda el 90% del dinero en el mundo, así que tiene una gran fuerza económica.
Las llamadas “govcoins” representan un proyecto futuro, pero con implicaciones ya visibles. Más de 60 países valoran la posibilidad de crear este tipo de moneda que coexistirá, no solo con su equivalente en papel, sino también con el ecosistema de más de 5.000 criptomonedas ya en funcionamiento. La banca, de la forma en que actualmente la conocemos, tendrá que cambiar. Adaptarse o desaparecer, esas son las dos opciones.