El Fondo Monetario Internacional reconoció que cerca de 6,3 billones de dólares están guardados en centros financieros offshore, lo que equivale al 8% del PIB mundial. Si los bancos centrales de los paises insdustriales continuan la guerra contra los paraisos fiscales, esta significativa cantidad de dinero podría abandonar los bancos offshore y ser invertida en criptomonedas, metales y piedras preciosas en un futuro inmediato, porque los ricos, como han hecho desde la antigüedad, siempre han protegido sus bienes. Si este escenario se convirtiera en realidad, entonces podría provocar una crisis financiera a nivel mundial peor que la de 2008.
Los países que más impuestos cobran a sus ciudadanos y los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, le han declarado una guerra abierta a los llamados paraísos fiscales y a los centros financieros offshore. A pesar de la enorme campaña de publicidad adversa y las medidas coercitivas contra los países de baja imposición, lo cierto es que la riqueza guardada en jurisdicciones offshore aumentó a un ritmo anual del 5%, entre 2012 y 2017. Este crecimiento fue superior al del PIB de los países industrializados.
Tanto el FMI como el Banco Mundial consideran que los Gobiernos podrían aumentar sus ingresos fiscales anuales entre 500 000 millones y 600 000 millones de dólares, solo con lo que recaudarían en el impuesto de sociedades,
si lograran frenar la utilización de paraísos fiscales, en los que supuestamente se esconde el dinero de los más ricos.
Para David Lipton, director gerente interino del FMI, la recaudación de esos impuestos podría ser empleada para reducir la pobreza y promover la educación. En ningún momento a este ejecutivo se le ocurrió mencionar que es la corrupción imperante entre los políticos y los altísimos presupuestos militares los que provocan, precisamente, que no se invierta lo necesario en reducir la brecha cultural y digital.
Los paraísos fiscales hoy son vistos como el “enemigo” de las finanzas internacionales. Estas jurisdicciones, que no cuentan con recursos naturales, han encontrado en los negocios financieros una forma no solo de subsistir, sino de progresar como sociedades. En estos territorios es cierto que se aplica un sistema fiscal que ofrece ventajas a los inversionistas foráneos y que los bancos, a pesar de las constantes presiones, respetan la privacidad de la información de sus clientes.
Después de la crisis económica mundial de 2008, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue una de las organizaciones que más atacó a las jurisdicciones offshore. Las amenazas con inclusiones en una lista gris y otra negra funcionaron con algunos territorios, que introdujeron cambios en sus legislaciones para satisfacer las exigencias de los países que más impuestos cobran a sus ciudadanos.
Una de las exigencias más repetidas fue la del intercambio de información fiscal. A través de este procedimiento, los territorios offshore debían entregar a los gobiernos datos de las operaciones financieras realizadas por empresas y ciudadanos de esos países, para que así ellos tuvieran que pagar más impuestos en sus lugares de residencia.
Los criterios para la elaboración de la lista negra por parte de la Unión Europea y la OCDE despertaron muchas polémicas. En la actualidad este listado no tiene credibilidad y solo permanecen en él Samoa Americana, Guam, Samoa, Trinidad y Tobago y las Islas Vírgenes. Estas mismas organizaciones decidieron ni siquiera mencionar en sus listas a países europeos como Bélgica, Chipre, Hungría, Irlanda, Malta, Holanda y Luxemburgo que también aplican prácticas fiscales agresivas.
Principales “paraísos fiscales”
Durante mucho tiempo, los paraísos fiscales fueron vistos como exóticas islas caribeñas, donde los ricos iban a guardar sus riquezas. La realidad es mucho más compleja que esa. Según el índice de la organización Tax Justice Network (TJN), las jurisdicciones offshore que ofrecen más ventajas para evitar la imposición corporativa son territorios dependientes del Reino Unido, como Islas Vírgenes Británicas, Bermudas e Islas Caimán. Además, Holanda, Suiza, Luxemburgo, Jersey, Singapur, Hong Kong y Bahamas están entre los diez primeros países con menores imposiciones corporativas.
Jurisdicciones offshore que más dinero guardan
De acuerdo con la publicación Finance & Development, en 2001, Suiza tenía en sus bancos el 40% de todo el dinero guardado en los paraísos fiscales y, en 2005, esa cifra se acercó al 50%; sin embargo, todo comenzó a cambiar tras la crisis económica de 2008-2009. Suiza modificó sus leyes y el secreto bancario dejó de ser una de sus fortalezas. Esta desconfianza queda reflejada en las cifras. En 2015, varios países asiáticos (Bahréin, Hong Kong, Macao, Malaysia, Singapur) recibían el 33% del total guardado en paraísos fiscales, mientras Suiza había caído al 28%.
Los ricos invertirán en criptomonedas
La persecución de los gobiernos sobre los paraísos fiscales no tendrá el resultado esperado por los gobiernos. Es decir, las corporaciones y las personas más ricas buscarán nuevas alternativas para, dentro de los límites de la legalidad, mantener bajas sus cargas fiscales. Entre las opciones más utilizadas a día de hoy es invertir en criptomonedas, para aprovechar el anonimato y la seguridad que rodean las transacciones en la cadena de bloque; además, los más adinerados invertirán en piedras y metales preciosos, especialmente el oro.
La reconversión del dinero de los bancos offshore en criptomonedas podría tener un fortísimo impacto sobre la economía global. La crisis de 2008 fue complicada, pero la que se avizora en un futuro no tan lejano tiene todas las condiciones para ser peor.